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The 100: otro interruptor para salvarlos a todos

Mucho se ha hablado sobre cómo The 100 parecía la típica serie sobre adolescentes guapos que se creían muy cool y que no duraría ni una temporada, para finalmente destaparse como un show atrevido y que heredó las mejores virtudes de Lost y Battlestar Galactica, sus dos grandes influencias. Y como esas dos son mis series pilares de todos los tiempos, The 100 me terminó ganando.

La segunda temporada explotó esa característica de historia de sobrevivencia que tanta intensidad y momentos difíciles nos dejó. Sigue siendo mi temporada favorita y no porque la tercera lo haya hecho mal, pero la verdad es que no ha sido una entrega tan redonda como la pasada.

Con muchísima polémica, además, vino esta tercera temporada, desatada con la muerte de Lexa, que se había convertido en un icono LGTB para muchos espectadores. Es una de las mayores virtudes de la serie, la de tratar de manera tan natural la sexualidad, sobre todo viviendo de Clarke, la protagonista y la heroína que siempre deseamos ver en pantalla, ella que es capaz de todo, literal, de TODO, para salvar a su gente y a aquellos que ama.
Despedirse de Lexa fue duro, demasiado. Era un personaje que podía dar muchísimo más de sí y la forma en que murió me pareció bastante mal ejecutada. El gran acierto es que no fue una muerte gratuita. Sirvió para unir las tres tramas que la temporada estaba preparando y para abundar de manera lapidante en la mitología de la serie.

Descubrir que el legado de las Comandantes terrícolas en realidad proviene de una “skaikru” es un concepto poderoso que sin duda deberían explotar más en la cuarta temporada. Ni unos ni otros son tan diferentes, solo unos crecieron arriba y otros abajo, pero sus destinos están atados a un mismo holocausto.

Debo decir, eso sí, que la primera mitad de la temporada no me pareció bien hilvanada. Teníamos por un lado las luchas de poder con los grounders, pero la verdad es que me esperaba más de la Nación del Hielo, una historia que fue finiquitada en pocos episodios.

Después, la que disfruté más, la división por controlar Arkadia y la inclusión de Pike. Este personaje, que me recordó mucho a la almirante Cain de Galactica, le añadió esa dosis de tensión que tanto disfruto con este show. Los personajes se separaban y verlos conspirar unos con otros fue bastante adictivo. A lo que le pongo muchas pegas es el enorme salto de personalidad que da Bellamy. Es decir, de la nada nos ponen que tiene una novia, se la matan y alá, se une a Pike para cargárselos a todos. Bellamy nunca me ha caído demasiado bien, pero ahora mucho menos y tampoco me agradó que al final todos lo perdonaran como si nada. Bueno, excepto Octavia quien sí se desquita con él como si no hubiera un mañana. Claro que lo más importante es que se perdone él mismo, igual que Clarke. Recordemos que la premisa más grande de The 100 es lidiar con las consecuencias de tus cabronadas, por mucho que lo hagas para sobrevivir o para que otro lo haga.

La otra gran baja esta temporada fue la de Lincoln, que me caía bien pero detona a una Octavia mucho más salvaje que además nos libra de Pike. Esta serie, que también envalentona mucho el girl power, tiene una gran baza para jugar con Octavia, quien no es capaz de retener su venganza, hecho con el que cierra esta temporada. May we meet again, Lincoln. Tu lucha ha terminado.

La primera mitad de la temporada tampoco me agradó mucho con el tema de la Ciudad de la Luz. Al principio esta trama me daba mucha pereza y sobre todo cuando era Jaha -no entiendo por qué no se lo cargan de una vez-, quien estaba al frente de la misma. Lo que sí disfruté con esto es ver a un Murphy muy diferente. Su vida ahora tiene una razón para realmente sobrevivir y creo que es el personaje del que más disfruté esta temporada. A su modo, se ha redimido.

Pero la temporada mejoró con creces cuando las tres tramas se juntaron, dejando como principal solo la de la Ciudad de la Luz y el plan para detener a ALIE –inspirada, cómo no, en la Número 6 de Galactica-. Y si bien vuelven a repetir el recurso de que Clarke, para tener que salvarlos a todos otra vez debe jalar un interruptor u oprimir un botón, la verdad es que dejó unos capítulos finales de infarto
De menos a más y mucho más es como yo definiría esta tercera entrega. Las apuestas siguieron elevándose, los personajes continuaron haciendo frente a decisiones de vida y muerte con las que después tendrán que lidiar –si de por sí ya están traumados-, pero eso es la esencia de The 100. 

Tocará esperar hasta 2017 para la cuarta temporada, la cual ya apunta maneras. Parece que se centrará en una carrera contra reloj para escapar de la Tierra o intentar detener las bombas nucleares. Tal vez hace falta eso, que abrace más esa vertiente survival en vez de irlos enfrentado a un villano de turno. Que el villano sea la propia Tierra sería mucho más interesante, pero si algo saben hacer los guionistas es sorprendernos, así que toca esperar.

May we meet again.

Comentarios

  1. La he visto con mi hija mayor. Es interesante la idea de los guionistas de llevar conceptos y situaciones de típica serie adolescente hasta escenarios postapocalípticos de cierta violencia. Hemos notado (mi hija y yo) que pierde fuelle en la tercera temporada al engordar el trasfondo y las facciones.

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    Respuestas
    1. Sí que es cierto que esta tercera temporada no ha estado a la altura como la segunda, sin embargo continúa brindando un espectáculo adictivo y no tan cliché como en otras historias de este tipo.

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