Yo no nací ni crecí en los 80, por lo que el factor “nostalgia” que tanto se promociona y alaba en Stranger Things no lo sentí en la piel tanto como otros. Pero esas cintas e iconos pop que homenajea los consumí también, como buen amante de la fantasía y la ciencia ficción. Venga, todos vimos alguna vez en el Canal 5 “E.T.”, “Alien”, “Carrie”, “Eso” y demás, fuera ya a finales de los noventa o principios de siglo.
Y es que a pesar no de ser de la generación, te remueve “algo”. Dentro de ti, conforme van pasando los episodios, la historia de envuelve y te corroe, sientes una fascinación similar a la vivida en mayor o menor medida en tu infancia y que creías no volverías a experimentar. Stranger Things triunfa porque engloba todos esos elementos de las cintas de Steven Spielberg, de las adaptaciones de novelas de Stephen King y filmes de monstruos varios –Poltergeist, Cazafantasmas, Goonies, Gremlins y un largo etcétera-. Ah, y bicicletas comandadas por un grupo de niños frikis como tú, como yo, como eran.
Conmueve, porque el relato a veces parece una oda a los abrazos. Se abrazan mucho, sí, como si los Hermanos Duffer –los creadores de la serie-, al igual que nosotros, necesitaran envolver en sus brazos a sus niños interiores. Un abrazo a nuestra infancia, esa época de la que muchos no quieren salir y los que afirman que sí seguro no tienen bueno recuerdos de la misma.
Pero no solo es el factor nostalgia lo que pega, ya que a pesar de sus múltiples referencias, los guiones logran plasmar la forma y fondo de contar una historia de este tipo, construyendo poco a poco el misterio, engrosándolo con personajes fácilmente identificables y resolviéndolo todo con coherencia y buena carga emocional. Spielberg en estado puro, y eso que el mismo no está involucrado. Menos mal.
Se la ha comparado con Super 8 de J. J. Abrams, pero para mí la cinta del creador de Lost fue fallida y no logró su cometido. Personalmente fui a verla con mucha ilusión y hoy por hoy apenas me acuerdo de la misma. En definitiva, Stranger Things es lo que Super 8 no alcanzó a ser. Si tuviera que remitirme a alguna comparación sería con una miniserie, precisamente de Spielberg: Taken, un relato de abducciones extraterrestres que es poco recordado hoy por hoy, pero que era una manera del director de homenajearse a sí mismo con una sólida historia contada a través de varias épocas. Muy recomendable también.
He leído reseñas y críticas negativas en las que condenan el hecho de que Stranger Things no sea original. No les habrá quedado claro que es un homenaje, pues ni desde su premisa y desarrollo busca contar algo nuevo. Exigirle algo que no pretende y calificarla negativamente porque no lo ofrece es una tontería. No, no es original, pero la manera de contar lo que ya hemos visto y adaptarlo al lenguaje televisivo actual supone un esfuerzo del que los Duffer salen indemnes. Tiene todos los componentes narrativos que se requieren para enganchar y el reparto infantil es uno de los más atinados que recuerde, incluso el adolescente.
En resumen, no es atrevido afirmar que Stranger Things es la joya de la corona de Netflix y uno de los mejores estrenos del año del mundo seriéfilo. Recomiendo encarecidamente que todos la vean, le echen un vistazo y se dejen llevar por la nostalgia.
- 11:08:00 a.m.
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